Pensar en la jubilación no es algo que solemos hacer cuando somos jóvenes. Sin embargo, cada vez más ciudadanos en España comienzan a preocuparse por cómo complementarán su pensión pública en el futuro. Y es que, con la incertidumbre sobre la sostenibilidad del sistema público, muchos buscan alternativas para asegurarse un retiro cómodo. Los planes de pensiones privados son una de las opciones más populares. Pero no todos los planes son iguales, ni todos convienen a cualquier persona. Elegir mal puede significar rentabilidades bajas, comisiones elevadas y, en el peor de los casos, perder dinero. Entonces, ¿cómo acertar?
Lo primero que debemos entender es qué es un plan de pensiones. Se trata de un producto de ahorro a largo plazo que permite ir acumulando capital durante la vida laboral para disponer de él al llegar la jubilación. La principal ventaja de estos planes radica en sus beneficios fiscales: las aportaciones reducen la base imponible del IRPF, lo que significa pagar menos impuestos cada año que se contribuye. Actualmente, el límite anual de aportación deducible es de 1.500 euros, aunque quienes cuentan con aportaciones por parte de su empresa pueden llegar a deducir más. Sin embargo, estos beneficios fiscales tienen trampa. Porque si bien se ahorra hoy, al rescatar el plan en la jubilación, ese dinero tributa como renta del trabajo, y dependiendo del importe, puede suponer un pago considerable a Hacienda. Por eso, es fundamental tener una estrategia clara sobre cómo y cuándo rescatar el capital.
A la hora de elegir un plan de pensiones, hay que fijarse primero en su política de inversión. Existen planes de renta fija, renta variable y mixtos. Los primeros invierten en bonos y activos considerados seguros, y aunque su rentabilidad es baja, también lo es el riesgo. Los de renta variable, en cambio, invierten en bolsa, ofreciendo un potencial de rentabilidad más alto, pero también con mayor volatilidad. Los mixtos combinan ambas opciones. La elección debe depender de la edad y la tolerancia al riesgo. Para alguien joven, con 20 o 30 años por delante, tiene más sentido asumir más riesgo y optar por planes más agresivos. Por el contrario, quienes están próximos a la jubilación suelen preferir opciones conservadoras, protegiendo el capital acumulado.
Un detalle que muchos pasan por alto al contratar un plan de pensiones son las comisiones. Estos productos suelen tener gastos de gestión y depósito que pueden comerse buena parte de la rentabilidad a largo plazo. Aunque la regulación en España ha limitado los máximos permitidos, siguen existiendo diferencias importantes entre entidades. Un plan con una comisión del 1,5% no es lo mismo que uno con el 0,5%, y esa diferencia, con el paso de los años, impacta de manera directa en el capital final.
Otro aspecto clave es la flexibilidad del plan. Existen opciones que permiten cambiar el perfil de inversión con el tiempo, o incluso traspasar el capital de un plan a otro sin costes ni penalización fiscal. Esta opción es muy interesante, sobre todo si el plan inicial no ha ofrecido la rentabilidad esperada o si cambian las necesidades del inversor.
Por supuesto, antes de decidirse por cualquier plan, conviene analizar el historial de rentabilidad. Aunque el pasado no garantiza el futuro, un plan que ha mostrado consistencia a lo largo de los años es, generalmente, más fiable. También es recomendable evitar dejarse llevar únicamente por la marca o por campañas publicitarias llamativas. Lo mejor es leer la letra pequeña, comparar varias opciones y, si es necesario, consultar con un asesor financiero independiente que no tenga vínculos con ninguna entidad concreta.
Y no podemos hablar de planes de pensiones sin mencionar el rescate. Existen varias formas de recuperar el dinero: en forma de capital (todo de golpe), en forma de renta periódica, o combinando ambas. Cada opción tiene implicaciones fiscales distintas, y una mala elección puede suponer pagar más impuestos de los necesarios. Además, en situaciones excepcionales, como desempleo de larga duración, enfermedad grave o desahucio, es posible rescatar el plan antes de la jubilación, aunque también hay que tener cuidado con las consecuencias fiscales.
En definitiva, los planes de pensiones siguen siendo una herramienta válida para quienes buscan complementar su jubilación, pero requieren atención y conocimiento. No se trata solo de empezar a ahorrar, sino de hacerlo con inteligencia. Un plan mal elegido puede ser más un obstáculo que una ayuda, mientras que uno bien seleccionado y gestionado con estrategia puede garantizar tranquilidad en el futuro.
Pensar en la jubilación hoy es pensar en libertad mañana. Pero para ello, hay que elegir bien y no dejarse llevar por las prisas o las ofertas que prometen rentabilidades milagrosas. En finanzas, como en la vida, la paciencia y la información son las mejores aliadas.